“Quien ama sufre, pero quien no ama, enferma”
Sigmund Freud
En algún momento recibí el mensaje de una de nuestras
lectoras preguntando por qué los hombres y las mujeres sienten y actúan
distinto dentro de las relaciones de pareja, que llamaremos relaciones
amorosas. Hoy nos enfocaremos en tratar de ofrecer una respuesta a dichas
diferencias, si es que existen y a esta otra pregunta ¿es mal aceptada esa
diferencia, es inconveniente?.
Si nos enfocamos en el punto de vista fisiológico es obvia
la diferencia entre hombres y mujeres, además, diferentes estudios científicos
han llegado a la conclusión de que no sólo el cuerpo de los hombres y mujeres
es diferente también sus cerebros, esto impacta en la forma de procesar las
emociones, para mencionar algunas de estas diferencias están las estructuras
encargadas de procesar el dolor que en la mujer producen alta tolerancia, o la
estructura encargada de la memoria, el hipocampo y el lóbulo temporal, que hace
más propensos a tener problemas de este tipo a los hombres.
Pero realmente estos datos no nos dicen nada de porque sentimos
y actuamos diferente dentro de una relación amorosa, para lograr una mejor
concepción debemos dejar de lado los conceptos fisiológicos y anatómicos del
ser humano y enfocarnos en los factores sociales y psicológicos-emocionales. En
este momento es preciso aclarar que es complicado hablar de igualdad de genero
pues los hombres y mujeres no son iguales; ni siquiera una mujer es igual a
otra, ni un hombre igual a otro.
Por otro lado, no debemos olvidar que somos seres
biopsicosociales y el papel que la sociedad juega en nuestros comportamientos y
actitudes dentro de la pareja amorosa es sumamente importante, pues la sociedad
tanto como la cultura nos enseña lo que está permitido o bien visto hacer,
pensar o sentir y de allí se derivan los estereotipos así como los prejuicios.
Los cuales en cierta medida nos enseñan a sentir, en occidente el hombre es
asociado a ciertas características como la racionalidad, independencia,
dominación, frialdad, objetividad,
mientras que la mujer era descrita como lo opuesto, instinto,
dependencia, pasividad, emotividad y subjetividad.
Podemos decir que los hombres tienen un lado tanto masculino
y como femenino, así como la mujeres tienen también un lado femenino y otro
masculino, que se complementan. Nuestra forma de amar por decirlo de alguna
manera está influida por nuestra educación, cultura, época, el funcionamiento
de nuestros cerebros y sobre todo las experiencias emocionales que nos han
marcado, sin olvidar lo que proponíamos en el último articulo nuestra elección
de objeto de amor.
En el primer párrafo hacíamos la pregunta ¿es mal aceptada
esa diferencia, es inconveniente? Muchas veces si es mal aceptada esta
diferencia, pues quisiéramos que el otro nos complazca en todos los aspectos
tanto físicos y emocionales, pero eso no es posible, es parte de la aventura de
amar, el tratar de comprender y aceptar al otro sin llegar a un estado de
simbiosis, es decir, un estado de no diferencia. Por suerte no es inconveniente
ser diferente, las diferencias enriquecen una relación no sólo amorosa, también
de amistad, laboral o familiar.
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