Los sueños siempre han creado
curiosidad y duda, lo que nos ha llevado a estudiar su significado así como
su relación con el mundo “real”.
A lo largo de la historia,
podemos encontrar el interés que ha tenido el ser humano alrededor de los
sueños. Desde un punto de vista religioso en los relatos acerca de José el
soñador daba una predicción del futuro y una alianza entre Dios y el hombre.
Desde el punto de vista
mitológico, los sueños tenían relación con el mundo de los seres sobrehumanos y
revelaciones divinas o demoniacas que anunciaban el porvenir. En Grecia
Aristóteles fue primero en clasificar los sueños en los que provenían de Dios,
del demonio y del alma.
En un principio era muy
marcada la intervención divina, mágica o mística pero en 1900 Freud en su
publicación sobre la interpretación de los sueños cita a Maury quien decía que
el contenido de los sueños está determinado siempre por la personalidad
individual, la edad, el sexo, la cultura, los modos de vida.
Jung quien fuera discípulo de
Freud postulo que el sueño surge de una parte del alma que no conocemos y se
encarga de la preparación del día siguiente y sus acontecimientos.
Para el psicoanálisis el sueño
consiste en una serie de imágenes aparentemente contradictorias y absurdas,
pero contienen un sentido claro al ser traducido por lo que no es posible
interpretar un sueño sin conocer la historia del soñador ya que para cada
persona la simbología de los objetos que aparecen en cada sueño tendrá un
significado diferente determinado por la personalidad como lo habíamos
mencionado anteriormente. Para Freud, los sueños expresan a veces deseos o
anhelos reprimidos que socialmente, culturalmente o personalmente no están
permitidos; por lo que se manifiestan aunque no explícitamente en los sueños
porque están representados por símbolos que causan un impacto psíquico menor.
Una vez tocados los puntos
anteriores, los sueños no solo tienen
una función liberadora, también ayudan a los procesos de maduración neuronal
determinada por la edad del sujeto.
En lo bebes a partir de los 36
meses de gestación, los estadios de sueño activo y tranquilo comienzan su labor
para ayudar al feto a madurar neuronalmente y prepararlo para el nacimiento.
Aunque no se podría afirmar que el sueño es parecido al de los adultos en
cuanto a las imágenes o representaciones de deseos, la actividad neuronal en
los momentos de sueño demuestran que pasan por estas dos fases, al nacer el
movimiento ocular cambia lo que nos permite medir la etapa del sueño en el que
se encuentra.
Para los pequeños el sueño
representa gran parte de su actividad ya que además de los puntos tratados
anteriormente el proceso de dormir ayuda a asimilar vivencias, y aprendizajes
ya que favorece la memoria a largo plazo por generar recuerdos.
El sexo o el orden del
nacimiento no tienen efecto en la duración o episodios del sueño, lo que si lo
afecta es la capacidad de la madre para alimentarlo, traducir sus angustias y
proveerle soporte y tranquilidad del exterior.
Es un momento
complicado cuando la madre se encuentra por primera vez con él bebe, ya que son
importantes las primeras experiencias que se dan en este vínculo para el
desarrollo psíquico y emocional del infante.
Marisol Olague Garibaldo
Psicóloga
correo: marisol.olagueg@gmail.com
México D.F.
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