La
ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan
eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas (Sigmund Freud)
El miedo es la respuesta más primitiva que experimenta el ser humano, su función es la de preservar el organismo así como proteger nuestra mente, manifestándose en situaciones reales o imaginarias que se perciben amenazantes y pueden causarnos dolor.
Esta emoción la experimentamos todas las personas en diferentes intensidades y hacia diferentes cosas, personas o situaciones; pero para los niños la intensidad puede llegar a ser mayor ya que no cuentan con procesos lógicos que ayuden a dar respuesta a sus miedos y disminuir la sensación de angustia y ansiedad que puede llegar a causar.
La percepción que tienen los niños del mundo, depende de la explicación que les dan los adultos a las situaciones nuevas o que les producen miedo. La capacidad que tiene la madre para soportar los sentimientos de angustia y traducirlos en algo que les ayude a tener más seguridad en el mundo es primordial para desarrollar la autoestima del niño.
Debemos recordar que para los niños el mundo es algo desconocido, lo ira conociendo de a poco, al tener una visión parcial de lo que ocurre, las fantasías que genera alrededor de estas nuevas experiencias son las que lo llevan a desarrollar miedo a tal o cual cosa.
Es por eso que resulta de vital importancia explicarles lo que está sucediendo y traducirles lo que están sintiendo de una forma más sensible y calmada. Resulta contraproducente asustarlos con el señor del costal, el coco, etc. Ya que no puede diferenciar la verdad de la mentira en los primeros años de vida y para los pequeños lo que dice mamá y papá es verdad.
Además de causarles angustia resulta difícil predecir la asociación que harán los pequeños en el futuro lo que les dificultará que sean adultos independientes y más felices.
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