viernes, 8 de agosto de 2014

VIOLENCIA .....¿FENÓMENO SOCIAL O CULTURAL?


En la actualidad los casos de bullying o acoso escolar en nuestro país han puesto en la mira a la violencia como un fenómeno presente y muy frecuente en nuestra sociedad desafortunadamente.
 Y es que estos casos de bullying aunque no eran los primeros en suceder, si eran los primeros casos que tenían el foco de los medios de comunicación y de la opinión pública en ellos.

El bullying aunque ya es un tema que ya abordamos en el anterior post de este blog es importante destacar que lo consideramos de alguna manera producto de un entorno violento.

 Si bien podemos destacar varias hipótesis explicatorias de donde y en qué momento germina este fenómeno, si la escuela o la familia tienen directa relación causal en el bullying, si lo abordamos desde un punto de vista más general y tomando en cuenta un enfoque sociocultural, podemos darnos cuenta que el bullying es parte de un serie de fenómenos productos de un entorno de violencia alarmante que estamos viviendo en nuestro país.

Comúnmente cuando pensamos en el término de violencia ,consideramos que cualquier manifestación de violencia nace o tiene su origen en el exterior ,y se inicia o germina de manera individual, no obstante la violencia esta insertada en los núcleos familiares, si bien no podemos aseverar que en su totalidad una persona violenta sea producto de su entorno familiar si comúnmente podemos observar que en los núcleos familiares es donde se inician las primeras interacciones sociales con componentes de violencia .

Una sociedad en donde los fenómenos de violencia son comunes, son producto de una cantidad de factores ,tanto a nivel social como cultura; el aspecto cultural también tiene una gran importancia en la forma en cómo se observa que evolucionan ciertos fenómenos de violencia en nuestra sociedad; como muchos sabemos vivimos en una sociedad que desde sus orígenes ha tenido un componente patriarcal importante, si bien nos podríamos remontar siglos atrás a la época prehispánica y encontrar rasgos importantes de patriarcado ,también es cierto que fue hasta la época colonial que se empezó a acrecentar el concepto de familias patriarcales como lo correcto , aceptado y única forma de familia funcional.

 A lo largo de las décadas, la educación patriarcal estuvo acompañada por un desplazamiento de la mujer a papeles secundarios o poco trascendentales, lo que creaba una dependencia económica, emocional e incluso intelectual hacia al jefe de familia, al ser la mujer relegada a las actividades propias de la maternidad.

Esto permitió que se diera una relación más de sometimiento que igualitaria, guardando sus excepciones y son el objetivo de generalizar, podemos entender que durante mucho tiempo la violencia física, psicológica ,económica e incluso sexual fue normalizada y vista como un componente propio de la relación de pareja y de la interacción familiar en nuestra sociedad.
A la par la educación tradicional dictaba un mayor poder coercitivo por lo que los castigos corporales eran la herramienta perfecta para el sometimiento y el aprendizaje de reglas y normas básicas para convivir y ser aceptado dentro del núcleo familiar. La educación a la vieja usanza se caracterizaba por tener un componente de disciplina rígida.
 A lo largo de las décadas los modelos educativos parentales han ido cambiado, y el concepto de la educación disciplinada y rígida fue cambiando a modelos educativos más relajados, donde se podía dar paso a el dialogo.

 Sin embargo la entrada de un modelo educativo distinto al tradicional no se hizo de manera rápida, aun en la actualidad ,la educación parental sigue teniendo rasgos de la educación tradicional, sobre todo los castigos que tengan algún componente de violencia ,pues seguimos pensando que el sometimiento y la coerción aceleran el aprendizaje de valores y “reglas” básicas para la vida, en algunas familias aun con ciertos componentes tradicionales se tiene la firme creencia que una educación relajada o flexible educa niños irresponsables.

En la actualidad, los modelos de familias han cambiado drásticamente, existe un gran crecimiento de familias monoparentales donde la responsabilidad de criar es asumida por uno solo de los padres ya sea por separación, divorcio, muerte de alguno de los progenitores, o quizás familias en las que por causas laborales, se asuma la responsabilidad de crianza, educación y sustento por parte de uno de los padres.


El crecimiento de las familias monoparentales viene aunado a un mayor empoderamiento de la mujer, en donde se asumen puestos laborales y posiciones de poder de mayor rango y en donde combinar la crianza de los propios hijos y el ámbito laboral se conjuntan de manera indispensable. El desarrollo profesional y laboral son igual de importantes y asumir la maternidad como un proyecto de vida es común que se logre a la par.

Aun cuando los tiempos han cambiado radicalmente y tanto mujeres como hombres viven una vida profesional y familiar aparentemente igualitaria, es importante recordar que aun vivimos en una sociedad en donde los rasgos de una sociedad patriarcal siguen estando presentes.

Muchos incluso pueden asegurar que seguimos viviendo en una sociedad donde el machismo impera, puesto que aunque aparentemente las condiciones siguen siendo igualitarias en apariencia, en el trasfondo las mujeres siguen sufriendo un machismo invisible que trastoca cada uno de los ámbitos donde se desenvuelven las mujeres.
 El machismo invisible convive con una búsqueda de empoderamiento mal lograda por parte de algunas mujeres, es decir seguimos creyendo que la única manera de ganar oportunidades y posiciones igualitarias es derribando el machismo mediante una especie de hembrismo.

Por otra parte la violencia de pareja se ha recrudecido, empezamos a observar relaciones de pareja donde la escalada de violencia por parte de ambos miembros de la pareja es muy común, es decir comenzamos a notar que en esta clase de relaciones de pareja, hay dos agresores que oscilan en el papel de víctima en ocasiones esporádicas o convenientes, que dependen más que nada de las posiciones de poder que asuman las parejas en su momento.

Tomemos en cuenta que estas relaciones de pareja se vuelven sumamente adictivas y dependientes, por lo tanto no es raro encontrar que estas parejas siguen manteniéndose a flote a lo largo de los años, e incluso deciden casarse y procrear hijos al cabo de un tiempo.

Estas familias se constituyen mediante relaciones de violencia en donde no solo la interacción si no los métodos de crianza están insertados con una gran cantidad de rasgos de violencia que pueden ir desde pellizcos, golpes, insultos hasta en muchos casos agresiones directas hacia el cuerpo o violencia psicológica, verbal o sexual repetitiva.
Esta violencia familiar se traslapa a contextos externos tales como el trabajo, la escuela o las relaciones personales afectivas.

Es importante destacar que de todos los tipos de violencia, la violencia física es la más notoria, en tanto que la violencia psicológica, sexual o económica son más pasadas por alto, minimizadas o incluso poco percibidas incluso para los miembros de la propia familia quienes lo ven como algo “normalizado” o necesario para la convivencia familiar.
La violencia normalizada se traslapa a nuestro exterior, y en este punto es difícil de explicar si las propias sociedades tienen una relación causal respecto la violencia intrafamiliar o viceversa.

En la siguiente entrega de este post explicaremos la importancia de crear y construir familias libres de violencia, su efecto en nuestra sociedad y como identificar violencia aparentemente normalizada en nuestra sociedad.

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